Es el momento de aprender a leer nuestro cuerpo

Mi aventura cíclica comenzó cuando estaba a punto de entrar en primero de secundaria. Ahora echo la vista atrás y me doy cuenta que esa etapa de mi vida la comencé con apenas información. Es más, era un proceso que parecía generar rechazo en mi alrededor y del que tampoco había gran cosa para decir.

Las circunstancias de la vida me llevaron a interesarme por este proceso que, de media, va a estar conmigo, a cambiar conmigo y a crecer conmigo unos 40 años.

Poco a poco fui descubriendo que había algo más (¿qué digo? había mucho más) detrás de esa sangre "mensual".

Entender, por fin, mi ciclicidad me ayudó a reconciliarme con mi cuerpo. Quiero transmitir todo lo aprendido; quiero que todas/es seamos capaces de leer el lenguaje de nuestro cuerpo. Ese lenguaje que estará toda la vida con nosotras, pero del que nadie nos ha hablado.

Mi viaje empezó hace ya un tiempo, pero quiero seguir nutriéndo(me) con el propio camino.

Esa sangre es punto de partida para entender nuestra salud y nuestro propio cuerpo.

Menstruarnos nace desde el amor y el respeto, pero también desde la rabia. Hablaré de menstruación y, por lo tanto, de ovulación. Hablaré de vulvas, de úteros... Pero también de sociedad y política. Sí, política. Menstruar es político. Menstruar en esta sociedad es incómodo y vergonzoso.

Las reglas del juego han sido escritas por terceras personas (con pene, para ser más exactas). No hemos aprendido, no nos han querido enseñar.

Vamos a reescribir las reglas, por y para nosotras. O, mejor aún, vamos a quemar las antiguas y a escribir unas nuevas.

Bienvenida/e a toda mujer, persona menstruante, que menstruó o menstruará. O que no menstrúa, ni lo hizo, ni lo hará.